Propiedad de la Biblioteca Bodleiana de Oxford desde el siglo XVII, el Códice Mendoza puede ahora ser consultado de manera gratuita en la Internet o mediante la adquisición de una aplicación para móviles a través de la tienda de iTunes, por historiadores, paleógrafos, filósofos, etnógrafos, antropólogos y público en general.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realizó esta digitalización a lo largo de 2014, junto con la biblioteca inglesa, y el King’s College de Londres, bajo la curaduría de la antropóloga Frances Berdan, especialista en cultura mexica, y el etnohistoriador Baltazar Brito.
Se trata, según información del INAH, de un esfuerzo por “repatriar”, aunque sólo sea “de manera virtual”, un documento mexicano “custodiado en el extranjero”.
La historia de este documento, que habla de la fundación de Tenochtitlán, las conquistas de Chimalpopoca, Itzcoatl, Axyacatl y Ahuitzotl, entre otros temas, se remonta a 1542, cuando fue creado por órdenes del virrey Antonio de Mendoza, a quien debe su nombre de Códice Mendoza o Mendocino.
Su propósito fue “obtener un panorama económico, político y social de la tierra recién conquistada, y es considerado una de las fuentes primordiales para el estudio del México prehispánico. Está integrado por 72 folios ilustrados y anotados en náhuatl y 63 folios correspondientes con la glosa en español.”
Se cuenta (wikipedia.org) que lo hicieron tlacuilos mexicas con un sistema pictoglífico antiguo, en papel europeo. Originalmente con un formato de biombo, que fue modificado posteriormente. Fue enviado a Carlos I desde Veracruz en 1549, pero el barco que lo transportaba fue atacado por piratas franceses. Así llegó el códice a manos del cosmógrafo del rey francés, André Thévet. A su muerte lo compró el geógrafo y embajador inglés Richard Hakluyt, quien lo llevó a Londres, y tras pasar por varias manos llegó a la Biblioteca Bodleiana.
El INAH destaca que la aplicación, disponible en inglés y en español para todo el mundo en www.codicemendoza.inah.gob.mx, “permite estudiar a detalle las características físicas del Códice Mendoza (materialidad), vincular información y material multimedia directamente a los elementos que lo integran (hipermedia), transcribir in situ al inglés y al español el texto (trascripción) y posicionar geográficamente en mapas digitales la información contenida en sus secciones (mapas y calendario).”
En la página se encuentra toda una descripción de los códices mexicanos. Luego se cuenta la historia del Códice Mendoza, considerado por Berdan “el más completo de los códices mesoamericanos conocidos”. Se destaca igual que es esencial para el entendimiento de la historia prehispánica y una de las fuentes primarias para comprender cómo se representaba el conocimiento antes de la conquista.
Se explica con brevedad el propósito del proyecto de digitalización y los elementos de la paleografía. Y se cita una bibliografía y ligas a otros sitios de Internet sobre la historia mesoamericana.
El códice se expone en tres apartados: Expansión territorial, Tributo y Vida cotidiana. Se puede ver el manuscrito con su color amarillento y las huellas del tiempo.
Y hay una función de trascripción, con la cual, al deslizar el mouse por el documento, va transcribiendo lo que dice:
“Comienza la historia y fundación de la ciudad de México fundada e poblada por los mexicanos que en aquella sazón se nombraban mexiti, los cuales el origen que tuvieron de ser señores y de sus hechos y vidas, breve y sumariamente en esta historia se declara[n] según por las pinturas y figuras sucesivamente van significadas.”
Se pueden leer así las 71 páginas de que consta el códice. Su digitalización, destaca el INAH, es una forma de continuar con la recién clausurada exposición Códices de México, memorias y saberes, presentada en el Museo Nacional de Antropología.
Con información de Proceso
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