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miércoles, 4 de febrero de 2015

Terrible realidad: Uno de cada tres latinoamericanos es pobre


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Casi uno de cada tres latinoamericanos es pobre. “La pobreza afecta al 28 por ciento de la población de América Latina, el proceso de reducción de la pobreza quedó estancado al nivel de 2012”, se lee en el reciente Informe Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). La pobreza extrema aumentó incluso del 11,3 por ciento en 2012 al 11,7 por ciento en 2013. Y para 2014 se prevé un nuevo aumento de la pobreza extrema, al 12 por ciento. Las cifras absolutas para la región en 2014 son de unos 167 millones de pobres, de los cuales 71 millones son personas en pobreza extrema.




Si bien en muchos países se han registrado grandes progresos en la última década, el crecimiento y la reducción de la pobreza han demostrado no ser sostenibles en medio de la caída de los precios de las materias primas y el petróleo. ¿Por qué? Para el profesor Jan Lay, de la Universidad de Gotinga, “los éxitos en la lucha contra la pobreza hasta 2010 se debieron mayormente a la expansión de los programas de transferencias sociales, pero para una reducción sostenible de la pobreza se necesita un crecimiento económico que llegue a la gran masa de la población”.

Los últimos datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) señalan que en México hay 53.35 millones de personas en pobreza.

Los problemas básicos de la región que lo impiden siguen presentes, también después de una década de auge de las materias primas: “La gran desigualdad de posibilidades e ingresos y la dependencia de los recursos naturales han sido algo reducidas, pero falta mucho para eliminarlas”.

Lo que falta: un claro aumento de la productividad

Un ejemplo de ello es Brasil. “Para posibilitar el surgimiento de una dinámica capa media, el crecimiento en países como Brasil debería ser mucho mayor”, dice Simone Schotte, investigadora del German Institut of Global and Area Studies (GIGA), en Hamburgo. “Es necesario un claro aumento de la productividad, las inversiones en educación y nuevas tecnologías y la ampliación de la infraestructura, pero también una decidida lucha contra el crimen y la corrupción”, agrega.

Si bien el progreso en promedio regional fue escaso, cinco países registraron hasta 2013 igual importantes disminuciones de la pobreza. Los países con descensos fueron Paraguay (de 49,6% en 2011 a 40,7% en 2013), seguido por El Salvador (45,3% en 2012 a 40,9% en 2013), Colombia (32,9% en 2012 a 30,7% en 2013), Perú (25,8% en 2012 a 23,9% en 2013) y Chile (10,9% en 2011 a 7,8% en 2013).

Crecimiento, ayuda social y la reducción de la pobreza

¿A qué se debe la notable reducción de la pobreza en Paraguay? Para el profesor Detlef Nolte, director del GIGA, es un claro caso de asistencia social: “El balance positivo de Paraguay se debe a las reformas de política social del presidente Fernando Lugo”.

La gran desigualdad de posibilidades e ingresos y la dependencia de los recursos naturales han sido algo reducidas, pero falta mucho para eliminarlas.

El gobierno de Lugo introdujo los pagos sociales a hogares pobres que se comprometieran a determinadas obligaciones en cuanto a prevención de salud, alimentación y educación de los hijos: “En 2011 el programa llegó a unas 83.000 familias y unas 400.000 personas; en 2014, el número de familias beneficiadas llegó a 100.000”.



Venezuela: un modelo que no funciona

En Venezuela, por el contrario, la pobreza aumentó fuertemente en los últimos dos años (2012: 25,4 por ciento; 2013: 32 por ciento), a pesar de los programas sociales. ¿Por qué? Según Víctor Mejares, investigador venezolano visitante en Hamburgo, “la política económica de la Revolución Bolivariana solo puede funcionar en un entorno de precios del petróleo al alza”.

El retroceso en la lucha contra la pobreza comenzó ya cuando el barril de petróleo se vendía a 92 dólares (2012-2013). “Para lograr un equilibrio presupuestario y asegurar la financiación de los programas sociales, Venezuela necesita un precio del petróleo de 120 dólares por barril, mientras que el precio actual es de 38,50 dólares”, concluye Simone Schotte.

Con información de Terra / Reforma / Deutsche Welle

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