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miércoles, 21 de enero de 2015

Los humanos de hace 7 mil años se alimentaban de perros domésticos y gatos salvajes


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Los humanos de Atapuerca -un sitio arqueológico del norte de España- comían perros domésticos, gatos salvajes, zorros y tejones entre 7 mil 200 y 3 mil 100 años atrás, según un estudio publicado por la revista especializada Quaternary International.



Este aspecto sobre la dieta de los habitantes de la Cueva del Mirador de Atapuerca, en la provincia de Burgos, se ha descubierto a partir de la presencia en los restos de estos animales de marcas de corte, evidencias de procesamiento culinario y de mordeduras humanas, según el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (Iphes), que participa en dicha investigación.

Atapuerca es un conjunto arqueológico declarado Patrimonio de la Humanidad, que ha revelado los restos del homínido más antiguo de Europa, el “Homo antecessor”, con 1,3 millones de años de antigüedad, así como una relevante colección de restos paleo antropológicos de la edad de piedra, pertenecientes a los primeros pobladores de Europa.

El consumo de estas especies era muy poco frecuente en Europa continental en aquellos tiempos, pero en este yacimiento se han hallado 24 restos fósiles que avalan su procesamiento.

La colaboradora del Iphes, Patricia Martin, encabeza la lista de autores del artículo que publica Quaternary International, en el que constata que “los perros fueron desarticulados, descarnados, sus huesos fracturados y, finalmente, hervidos”.

El Mirador fue utilizada como cueva redil, para albergar los rebaños compuestos, fundamentalmente, por ovicaprinos y ganado bovino, que eran la base de la dieta complementada por estos pequeños carnívoros que ha documentado el Iphes.

En algunas islas del Mediterráneo, como Chipre, se documenta el consumo de algunas de estas especies ya en el Neolítico, en cambio, se trata de una práctica muy poco frecuente en la Europa continental.

En la Cueva del Mirador de Atapuerca, el consumo de estos animales se ha observado desde los niveles neolíticos hasta los de la Edad del Bronce “de manera puntual, en distintos episodios, pero tiene continuidad temporal”, afirma la investigadora.

Una de las hipótesis relaciona el consumo de perros domésticos en momentos de hambre o escasez, pero tampoco se descarta que esta carne fuera considerada un manjar.

“En algunas culturas asiáticas o entre los bereberes, se considera la carne de perro como una rica fuente de proteínas o una delicia”, señala Martin, si bien tampoco puede descartarse que “en algunos casos el objetivo fuera obtener y aprovechar la piel”.

En el Mirador, el consumo de gatos salvajes, zorros y tejones es más limitado que el de los perros y se documenta sobre todo en los niveles neolíticos, aunque se hirvieron antes de consumirlos.

Dada la dificultad de cazar carnívoros salvajes y al carácter excepcional de su consumo en dicho yacimiento, se plantea la probabilidad de que estos animales hubieran sido capturados de forma accidental y, posteriormente, ingeridos.

“No obstante, tampoco se puede descartar la opción de que fueran empleados como una fuente extra de alimento en períodos de escasez”, señala Patricia Martin.

EFE

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